Corea del Sur es un país poco conocido, del que es difícil encontrar tópicos más allá de la buena conexión a Internet y de los carteles luminosos estilo Japón. En el día a día se habla muy poco de esta Corea, no como su esperpéntico vecino del norte, que sale en las noticias día sí y día también “gracias” a su aún más esperpéntico gobernador. Tras mi viaje por Corea me encontré con muchas cosas que me llamaron la atención y que nunca imaginé que fueran posibles en este país asiático. Como siempre está bien aprender algo nuevo, ahí van estas curiosidades.
Hay baños y agua gratis en todos lados
Una gran noticia para los viajeros que vayan a Corea del Sur: hay baños públicos muy limpios y agua, tanto fría como caliente (para los fideos o noodles,supongo), disponible prácticamente en todos los sitios. Tal es su obsesión por los aseos, que incluso en las rutas de montaña hay indicaciones de a cuánto está el siguiente, no sea que no te dé tiempo a llegar. El más curioso que me encontré, en la DMZ de Chengzhou, indicado claramente como “Last Restroom”. 50 metros más adelante ya se acababa el país.
La mayoría de coches en Corea del Sur son de color blanco, gris o negro, y no es porque sean unos aburridos, sino por su estricta forma de diferenciarse socialmente. Así, los empleados normales han de poseer un coche blanco, los puestos intermedios uno gris, y los jefes el negro. Siguen esta “tradición” hasta tal punto que hay modelos de coches que parecen de jefazo que sólo los verás en negro, y los Hyundai o Kia más habituales normalmente son blancos. En los últimos años se está perdiendo un poco esta convención social, pero los coches rojos que vi, se pueden contar con los dedos de una mano. Amarillos, uno.
País hipertecnológico y friki como pocos, creo que sólo superados por Japón, no es de extrañar que se pasen el día pegados al móvil leyendo cómics o viendo el culebrón coreano de moda, pero es que están en TODO momento. En el vagón del metro es imposible encontrar a alguien sin el móvil en la mano, quizás alguna persona mayor, y leyendo un libro: misión imposible. Andando por la calle tampoco sueltan la maquinita para nada. Menos mal que, a fuerza de costumbre, deben de haber desarrollado algún tipo de radar, porque te esquivan sin problemas y no hay que preocuparse mucho por ellos.
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